La exfoliación ayuda a eliminar las células muertas de la superficie de la piel, promoviendo una textura más suave y una apariencia más luminosa. Exfoliar una o dos veces por semana es suficiente para la mayoría de las personas, aunque la frecuencia puede variar según el tipo de piel y el producto utilizado. Existen exfoliantes físicos, que contienen partículas granulares, y exfoliantes químicos, que usan ácidos como el ácido salicílico o el ácido glicólico para disolver las células muertas.
Los exfoliantes químicos suelen ser más suaves y efectivos para penetrar en los poros sin causar irritación. Es importante no exfoliar en exceso, ya que esto puede dañar la barrera protectora de la piel y causar enrojecimiento e irritación.
Después de exfoliar, siempre aplica una crema hidratante para ayudar a reponer la humedad y calmar la piel.